A nadie se le escapa que los seguros
son un gran negocio para las compañías. Sin ir más lejos detrás de muchísimas
aseguradoras de nuestro país encontramos a grande bancos o cajas de ahorro (que
hoy día no pasan por su mejor momento).
Ante la situación económica actual todos
nos planteamos cuáles son nuestras necesidades reales, y cuáles son los gastos
en los que podamos recortar.
Como cualquier otro producto, los
seguros no son inmunes a los avatares de la economía y cada vez más miramos por
nuestro bolsillo a la hora de contratar un seguro de coche, un seguro de hogar
o un seguro de salud. La propia cultura de nuestro país hace que no seamos precisamente responsables a la
hora de plantearnos qué seguros debemos pagar y cuáles son los seguros que no
son necesarios.
Si bien es cierto que no debemos pagar por lo que no necesitamos
y que tampoco debemos situarnos en un punto precario, debemos ser responsable y conocedores de los
seguros que son obligatorios.
Hoy vamos a ceñirnos a dos seguros
que son conocidos por todos, los seguros de hogar y los seguros de coche. No
vamos a hablar de seguro que afectan a profesionales (seguros para abogados,
seguros para médicos, etc.)
Los
seguros para coches o vehículos.
Cuando nos sentamos frente al volante, debemos tener siempre la mayor de las precauciones. Nos guste o no la conducción implica
una serie de riesgos tanto para el conductor como para terceras personas. Bien
seamos conductores esporádicos, conductores habituales o
no conduzcamos nunca, nuestro vehículo debe estar asegurado.
La obligatoriedad
de tener contratado un seguro de coche es la garantía de estar cumpliendo con
la normativa y la ley. No solo es importante tener el seguro del coche al
día por los posibles daños materiales, sino porque los seguros también cubren a
las personas. Un propio conductor, los acompañantes, los demás implicados en un
accidente o un tercero que nada tenía que ver se ve cubierto por el seguro. Hablamos del bienestar de las personas, los
coches se reparan.
No nos podemos olvidar de los aspectos
legales de la responsabilidad civil y penal que puedan derivarse del siniestro.
Es muy importante tener todos estos conceptos en cuenta a la hora de contratar
un seguro y al renovarlo.
Otros seguros del día a día.
Muchas veces no somos conscientes de los
seguros que tenemos contratados o deberíamos contratar. Por ejemplo cuando
firmamos una hipoteca, el banco nos
obliga a suscribir un seguro ante cualquier hecho que puede afectar al buen fin
del contrato hipotecario.
Otro seguro del que no todo el mundo
dispone y supone un error no contar con él, es el seguro del hogar. Los avatares de la vida pueden provocar que nos
enfrentemos antes inundaciones, incendios o incluso terremotos. No tener un
seguro en estos casos nos supondrá unos gastos más que altos y posiblemente nos
pondrán es una situación muy difícil.
Cuando utilizamos los servicios de
transporte público debemos ser conscientes de que no solo pagamos el uso del
vehículo, sino otros gastos. Entre ellos encontramos el seguro obligatorio del viajero. Siempre debemos abonar por el uso
del transporte público, pero más aún cuando somos conscientes de que la falta
de billete implica que el seguro no nos cubra ante un riesgo que se llegue a
dar.
Ni que decir tiene que cada vez que
compramos una entrada para un espectáculo o acudimos a un gran evento, nuestra
entrada es la prueba de que hemos abonado el acceso y por la cual tenemos
derecho a los seguros obligatorios que se tendrán que haber abonado.
Por todo ello hay que tener claro que
tener un seguro no es un acto de civismo y responsabilidad, sino una obligación
para con nosotros, los terceros y la ley.
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